31.7.11

Tiene un costo emocional, el esfuerzo?

Hace una semana entreviste a un muchacho llamado Roberto, que estaba aplicando a un puesto de empleado de depósito. Me llamo la atención la manera en que vestía (además de unas zapatillas caras, traía una campera de cuero de muy buena calidad). Me conto que había  nacido en una localidad de la Pcia. de Buenos Aires y que había venido a la Capital para jugar al futbol. Poco a poco me fui enterando como había sido descubierto por River y el cambio de vida que implico trasladarse, a los 13 años, a la gran ciudad para entrenarse todos los días y, al mismo tiempo, continuar con su escolaridad. Los entrenadores vieron en él un gran potencial y notaba como sus compañeros iban quedando atrás y volvían a sus hogares mientras le exigían más entrenamiento pero acompañados de verdaderos logros deportivos. Roberto comenzó a entrenar con el seleccionado Sub 20, llego jugar un mundial y obtuvo contratos en Suiza y en Ecuador. Cuando empezó a recibir una paga considerable ayudaba a sus padres económicamente, se sentía grande y - aunque era realmente sacrificado - no podía dejar ese lugar admirado por sus amigos y valorado - necesitado -  por su familia. Tan grande se sentía que, a los 15 años, se fue a vivir con su novia, también de 15. "Si estábamos todo el día juntos y yo podía bancar los gastos, porque no íbamos a vivir juntos", me dice Roberto, casi asombrado de la vida que vivió. Así fue como estando en Suiza, le ofrecieron ir a jugar a Indonesia. 

Sin embargo, en una de sus estadías en Buenos Aires, empezó a sentirse agotado. Ya no podía soportar la idea de alejarse de nuevo de sus amigos, vivir entrenando y cuidándose y someterse a los gritos y exigencias de los entrenadores que se encargaban de hacerle saber que había unos cuantos esperando que aflojase, para tomar su puesto. Roberto decidió dejar el futbol a los 23 años. Después de pasar tres meses de verano sin hacer nada más que pasarla bien, ingreso a trabajar como repositor en un supermercado. "La verdad es que la pasaba genial. Pocos saben lo que es sacrificarse de verdad. Los días de calor, me caían algunas gotitas de transpiración y era divertido, ni comparar lo que me hacían transpirar cuando entrenaba". Su contacto con el futbol sigue ya que juega en el club de la ciudad en la que nació. Y está luchando porque asciendan de división. "Lo que más me gusta es que los chicos se acerquen y me pidan consejo", me cuenta. "Ahora quiero seguir trabajando y estudiar algo sencillo. Todavía no sé lo que quiero hacer."

Habitualmente interrogo y me interrogo respecto del equilibrio entre el costo emocional y el esfuerzo por el logro. Esta especie de bola de nieve imparable y retro alimentante que hace que las personas terminen frustradas o enfermas a pesar de sus aparentes grandes logros. 

Roberto conto con los recursos internos suficientes para percibir su punto límite, pero cual será el de cada uno.

Hace tiempo, también, me entere de un caso-ejemplo muy conocido: saben Uds. que Rafael Nadal es diestro y que empezó jugando con las dos  manos porque apenas tenía fuerza y su tío decidió que jugase con la izquierda? Muchos dirán: "que ejemplo de esfuerzo y mira hasta donde ha llegado". 
Ya veremos a donde ha llegado... espero que haya valido la pena!


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